Incisión emocional en la boca del estómago.
Es imposible saber cuánto duran los estados de lucidez.
Mucho o muy poco, pero lo suficiente para recordar.
Lleva del estómago las palabras que después nada más arrepienten,
mallugan la sola célula.
Entretanto el cuerpo intacto, costra de vacío.
En el interior se teje la cosa intangible, así como el cascarón
rueda, involuntario.
Da vueltas camino al orco más profundo.
El hueco infinito espera con los dedos entrelazados, respira
tranquilo el corazón de su cuello.
Fuiste advertido en el comienzo: de mantener colmada la
corteza, lo siguiente sería el ascenso.
Es normal pensar que lo tejido es por naturaleza propio.
Pero la fibra ya concluida se arroja de la carcasa.
Pertenece el filamento al espesor del recuerdo.
Se aleja en rotación, mientras la niebla despeja la figura.
Se puede aprender a reconocer la amenazante ofuscación.
Con poca ventaja, pero la suficiente para respirar.
Pronto la amnesia se encarga.
Sigue virando, en la franca holgura.
El pozo que está dentro garantiza la segura caída.
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