Montañas azuladas.

Estaban justo ahí, sin más que hacer, en su montaña hecha de nubes húmedas, volando sin preocupación alguna sobre los demás, pequeños puntos en el suelo, eso eran los demás, sólo unas hormigas comparadas con la altura de su amor. Sólo unos monótonos sirvientes de la servidumbre...
Y ellos los miraban extrañados de vez en cuando, sin tratar de caer en sus pensamientos absurdos, tratando de no caer a través de sus nubes montañosas. Tratando de entender que si estaban ahí abajo era porque ellos querían y su decisión no la podían cambiar.
¿Cómo podían decirles algo? 
¿cómo decirles que siempre que uno ame alguien mas no habrá razón alguna para crear una montaña de nubes sólo para los seres que la creen?
¿Cómo meter en su cabeza que no hay razones más importantes en la vida que el hecho mismo del festejo sin razón, del beso y el alma hablando a través de una boca, de el bailar de los dedos sobre el cabello?
¿Cómo decirles que el amor es lo único que nos separa de cualquier otro ser viviente en el universo, que sin sentimientos sólo somos eso, pequeñas hormigas cargando en nuestras espaldas la comida diaria, trabajando sólo por trabajar, por que no sabemos saborear el acto del pensar, no sabemos llevar a cabo el verbo que va más allá de este plano, aquél que sólo se logra a través de la creación de estas mágicas montañas de nebulosas?


Por que no hay más, no hay más que tú, tú y yo, solos, en nuestra montaña de nubes azuladas, listos para transitar lentamente, saboreando cada ventolada que nos cruce las caras, hasta llegar al corazón.

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