Dos

Tenía mucho que hacer, tantas cosas incontrolables pasando por su cerebro, y sinapsis tras sinapsis, se creaba en su mente una atrocidad.
El Ansia le gritaba más fuerte que nunca, excitada por volver después de tanto tiempo...
Así que ahí estaba, con ese papel en sus manos, la única razón por la que seguía vivo.
Su jefe era flaco, bastante, su nariz aguileña asomaba entre sus lentes negros, que escondían, a su vez, ojos pequeños y calculadores.
En su rondín de siempre, dió un rápido vistazo al cubículo -¿Acaso hay algo en ese papel que te impida trabajar?-Preguntó sin mirar. Observó que no había respuesta así que, continuando con su pausa dramática dijo- Si sigues así me temo que tu sueldo no será muy fructífero.
Las Voces le impidieron escuchar lo que su jefe, tan sarcástico como siempre, le decía.
Más bien se dedicó a observar su figura, que hombre tan más feo era el encargado del área, siempre, si ponías atención, se podía ver la línea entre su cabello real, y el tupé que tanto cuidaba, su bigote, recortado finamente, daba a entender que se había quedado en los años 50s, aún así, con el Ansia su visión se volvía borrosa, lo que veía difería bastante de la realidad, una criatura espesa, grande y negra, cuernos recorrían su espalda.
En sus manos, corría sangre.
Eso fue lo que veía en su fuero interno, más de pronto, una salida apareció, en su poder ya no estaba una hoja sino una espada gigante y sólida, brillante y blanca, ansiaba sangre.
Se paró, sordo ante los sonidos burdos de su jefe, criatura maligna, y le cortó la cabeza con su brillante espada. El hombre cayó desmayado junto con los pedazos de monitor, algunos enterrados en su piel.

Comentarios

Entradas populares