Robot.

Cada vez lo pienso más, esa palabra en mi cabeza despierta emociones tan frías y calculadoras. De nuevo lo digo en voz alta.
-Humano.
Pero mis pensamientos no obedecen, siguen insistiendo "Robot" "Robot" "Robot".
-Humano, humano. ¡Humano!
Sé lo que soy, esto e sólo un efecto secundario del café, soy un humano.
Mis manos no están de acuerdo, la piel se ennegrece y se cae por pedazos, al llegar al suelo se evapora en una nube color carmesí. Detrás de lo que fue mi epidermis, circuitos y placas plateadas se escondían.
Todo cobra vida, no puedo creer nada. Corro al baño.
En el camino rompo la puerta sin quererlo y mis ropas se hacen añicos. No tengo sangre, ni cortadas, pero mi piel falsa se cae como un mal vestuario en medio de una obra de teatro.
El espejo no miente, Mis pensamientos son eliminados de a poco, hasta que sólo queda un aparte de mí, tan pequeña que no sabe quien es, no sabe quién soy.
Sólo sé algo. Tengo que limpiar el desastre que dejaron estos mamíferos.

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