Madre de la madre, madre de mi madre

Hay cuervos hambrientos en el cielo.
Esperan a que te rindas... a que cedas.
¿Qué es el sol sino un ombligo?
Un asesino lento y fijo.
¿Qué es lo que queda tras las cenizas?
Una piel terrosa, interminable.

¿Q u é     e s     l a     m u e r t e     s i     n o     v i d a?

... Qué es lo que creo, sino una mentira.

¿Qué son ustedes sino epifanías?

Llego y no hago más, me desnudo;
Y me ves, y ella y él.
Y a ella y él los siento también en la carne, y mis ojos están en sus huesos...

Suyos que descansan enlatados, que perdonan casi olvidados, parte de lo que cargo.

¿Qué cargo, que pesa?

¿Qué, cargo los vivos? ¿Qué, cargo los muertos?

Qué cargo la tierra remplazada por su cuerpo, que de muerte dio vida y dará a el mundo.

Y mi mente la imagina remando y clavando su espada en un agua que parece cielo, un cielo que asemeja el agua.


Llega y desnuda se muestra.


Llega y pasa del velo.


Llega desnuda, y levanta el vuelo.



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