Miro mis ojos

Miro mis ojos.
Observo en las pupilas mi reflejo obscuro y casi abstracto.
No veo más. No veo mi alma. No veo un espíritu. No veo nada.

Se supone que no debemos desear si queremos ser felices. No debemos anhelar lo inseguro ni pensar en lo que pudiese incluso culminar con una estocada amarga.
Pero es imposible, no se puede. No, y no y no. Incluso si lo fuera... no querría nunca acabar de sentir en el cenit, no dejaría nunca de esconderme detrás, en las sombras.
Seguramente le recuerde en la puesta del sol y al tocar el agua fría con mis dedos toscos. Seguramente le anhele en las noches entre sábanas que asemejan olas en tempestad, entre fiebres melancólicas y eternas, constantes, y psicosomáticas.
Seguramente recuerde su mirada perdida dentro de aquella silueta inerte, levemente redondeada, que sólo ves cuando lo quieres realmente.
Seguramente viva y quede viviendo en la delgada línea que separa las constantes entre mis párpados, dormida de negro entre mis pestañas.

Miro mis ojos.
Observo en las pupilas mi reflejo obscuro, taciturno, casi abstracto.
Pero no veo nada, pues mis ojos no me miran de vuelta, me evaden.
Mis ojos son de ella, y a ella sola le dedican mi mirada.

Comentarios

Entradas populares