Despertar por la mañana.

E incluso antes de conocernos, ya estábamos plasmando en nuestras palmas la tinta con la que escribiríamos nuestra historia.
Es como el metal y la humedad en un bosque, más un eterno dejo de jacarandas. 
Es intoxicante como un veneno. Tan impredecible como el aire. Tan imperceptible a veces, como lo único que hay cuando está cerca.
Y sólo de la que emana esta extraña droga natural, sabe de lo que hablo...

Desperté y la busqué entre mis brazos, aún sin haber abierto los ojos...Encontré un vacío y sábanas en su lugar.
No quise mirar. Preferí imaginar haberle visto un poco despeinada por la mañana, con una pierna o dos tal vez entrelazadas bajo las cobijas. Con ese olor perforando en su nariz. Penetrando lento en sus ojos.
Y la incredulidad de pensar que desperté y no estaba con ella.

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