De entradas y caídas.

Tal vez es que debas hablarle de pie, quizás son los colores en los que estarás. 

El poder humano que convierte.
El sabor a piedra que transfiere.
El control urbano que revierte.
El final de sangre que permanece.

Y puede ser que lo tomes a montaña, que lo vuelvas de carne y plata, 
lo asesines por la espalda y que en la ascención  interminable, caigas.

Yo puedo encontrar mi propio camino a casa, verticales e infinitas brasas.

Y será que lo muevas a pirámide, y que le vueles de la punta al infinito, 
que conviertas el acero a ruin granito, 
y el sabor de las perlas sombradas en no más que un eterno mito.

Ya estoy llegando a casa.
Caída eterna abandonada.

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