Paradoja venenosa

Por ahora no nos queda más que dormir, de las ocho recomendadas, seis verdaderas, pues hoy ya no habrá más pelear. Y porque mañana esperarán, y seguro es que nos encuentren, otras nuevas e insípidas derrotas.

La cuestión graciosa y agraciada radica en que aunque sabiéndose uno de memoria el guión de la vida, no es permitido perder la esperanza.
Esa misma de que igual, en una de "esas", despiertes maravillado, porque tras el velo de tus ojos, aquel infierno irreal en el que mueres y vives tu cuota terrenal, sea por fin, desterrado de tu cama.
Sea por fin, liberada tu alma.
Seamos al fin no más que ánimas.

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