Le path errante.

Silencio, acumula.
Desorden, germina.
Alma de grito en quiebre, congela y desarma.
Déjame ir, vida desierta.
Suelta las armas para dejar de saltar al vacío.
Déjalo ya, vida muerta.
Enfunda tus colmillos de marfil para asustar a los inciertos.

Algún día creerás haberme visto volar.
Algún día habrás pensado que fui para no ser jamás.
De seguro tomarás un café entre tus dedos y tus harapos fríos pero de diseñador y pensarás que al final no importa nada más que lo que quieres, mientras al pasar detrás de ti una canción hilarante, sueltas refunfuñadamente amistosa y cordial, halagos de tercera que rompen y curvan el acero alrededor de los colores verdesrojos que quiebran el delantal de tu soledad.

En un momento de crisis correré y me atraparás, una y otra vez. Gatos y ratas, o más bien tanques y hormigas. O más bien un soplo y una nada. Algo que alguna vez has visto de reojo y la magnitud del universo divirtiéndose, sin existir del todo, con la pequeñez absurda de lo anterior.

Lentamente entonces, regresas a casa y guardas tu alma de nuevo en el sobre todo jodido de carne empaquetada que guardas en el refrigerador para que, cuando vengan las visitas, todo esté frío y ordenado y no empiecen con sus pequeñeces de semi-idolatría alrededor de tus huesos pobres y te supliquen que no les cuentes las verdades de la realidad horrenda y sarcásticamente hermosa que se esconde y las razones por las cuales no las quieren saber.
Porque, para qué fregados quiere uno ver todas esas cosas? No, no me cuentes, no no nos cuentes, ni nos digas porque imagínate si no.
Y al final ni les cuentas, vida deforme, porque sabes lo que te van a decir.
Sabes que te van a decir que la única manera que nos queda a los pocos que saboreamos tu dulce y amarga sangre en el metal oxidado, a través de ninguna culpa y toda al mismo tiempo, es bajarnos los pantalones viejos y con agujeros y esperar que el tormento acabe pronto y que te den un dulce y una paleta al final del camino.
Y que una vez que te hayan agotado toda la sangre y el alma, entonces si te den la libertad, una vez que todo ya está echado a perder. Una vez que los esquemas de tu cerebro estén cuajados en la gelatina gris y de tus manos la magia ya no salga.

De tus manos la magia ya no salga.

Entonces que sean felices ellos. Con su vida ordenada. Con su felicidad a ciegas. Para que ponerte a tantear en el cuarto oscuro, buscando el interruptor? Quédate aquí en la cama...

Que de tus ojos la luz ya no salga.

Que de tus ojos la luz ya no salga.

Que de tu vida la vida ya no salga.

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