No Son Solos-soloS no SoN

Tenía tanto tiempo parado frente al cristal que mi reflejo ya regresaba.
Pero aunque los colores se expandían tan determinados, la claridad trajó con ella un rostro inesperado.

Sin avisar, el espejo me llevó de vuelta al inicio, cuando bañarme era todavía una maniobra infructífera y mi mamá tenía que recordarme de lavar tras las orejas. 

Mi posé no cambió, era la misma mancha azul de toalla y niño a gusto con la cobertura. 
Mi mente si había sufrido los efectos del reajuste.

Estaba todavía impresionado de ver la primera película que cambió mi vida; nada relevante en sí misma, todo lo contrario el suceso: era susceptible a cambiar desde mi inocencia.

Regresé al intentar moverme para descifrar la refracción. 
Si no hubiera sido por la instantánea aparición de vello en mi mentón, no habría caído en la cuenta de que mi rostro infantil era de nuevo el de 15 años después.

De vuelta en mi tiempo, noté solamente un abismo adentro que me miraba de vuelta, y un atisbo de verdad.

Cuando en frente de alguien se instala una rareza, el mundo humano se divide en dos. Y no sé quienes están en medio.
Aquellas personas que se imponen a lo natural y encuentran en su cordura el deseo de comprender.
Aquellas otras que desde el estómago huyen, o peor, requieren eliminar de su realidad la singularidad para no perder el sentido.


El riesgo que compromete la empatía es el de ser transformado; el de ser humano.

Y me dijo el espejo que no podré ser humano sin ella.
Vi en el espejo que no puedes tenerla sin una mente vulnerable.
Me suplicó el espejo que me muestre siempre maleable ante el poder del mundo. 
Ante la cruda influencia del mundo.

Ahora, saber que el cosmos no predica al converso, sino al polimorfo; me pone en la garganta un corcho de palabras: ¿acaso no somos humanos?


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