Santa Ana

El velo rojo que cubrió tu ausencia
feroz despierta entre el caudal y el sol
a la espera negra cual desnuda esfera
que se hace carne por la
gracia del dolor.

Plantaron dos semillas en tu vientre
la madre del engaño y nuestro salvador
robaron de tu cúpula inclementes
el fruto de la estatua en que te convirtió.

Ahora te escondes en la sombra fresca
bajo los muros y la destrucción
mientras, escuchas llena de impotencia
un par de dientes que murmuran con fervor.


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